Una cama para Bolo

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Una cama para Bolo

¡Me encantan mis amigos de cuatro patas! En casa tengo a Ramona, la gata asustadiza; a Cornelio, el perro diminuto y a Bolo, el gigante peludo. Hacen todo tipo de travesuras, aunque en alguna ocasión me hacen perder la paciencia.

El otro día, Bolo estaba persiguiendo a Ramona por la casa. La pobre gata consiguió escapar saltando encima del armario, pero del salto casi tiró al suelo la percha con mi camisón. Bolo, decepcionado al ver que la persecución había llegado a su fin, se dejó caer sobre la cama y se acomodó con el edredón y la almohada. Aprovechando todo el caos, Cornelia se puso a mordisquear mis pantuflas; creo que estaba tratando de llamar la atención.

Por suerte, soy mucho más lista que los tres juntos y se me ocurrió un plan infalible para sacarlos de mi dormitorio: ¡el despertador! Cada vez que suena la alarma, desaparecen en un abrir y cerrar de ojos, y entonces solo tengo que cerrar la puerta y correr las cortinas. En cuanto salieron, me metí en la cama rápidamente y alcancé un libro de la mesilla. Por fin tenía un poco de paz y tranquilidad.

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